Conducción nocturna
El principal obstáculo de la circulación nocturna es la falta de visibilidad en doble sentido, no sólo que el conductor vea suficientemente sino también que su presencia sea detectada por el resto de usuarios. Conviene recordar que el 90% de la información que el conductor recibe es de forma visual, y esta vía se queda muy reducida durante la noche. A pesar de que en el período de tiempo que transcurre entre el crepúsculo y el amanecer se producen menos del 40% de accidentes, sin embargo las consecuencias son más graves, pues en los percances ocurridos en ese intervalo temporal se originan más del 50% de víctimas mortales. El acertado tópico de ver y ser vistos, se logra con sencillas precauciones:
Los cristales limpios mejoran la visibilidad y evitan los reflejos producidos por la luces de otros vehículos.
La limpieza, buen esta do de funcionamiento y reglaje del alumbrado (luces de carretera deben alumbrar una zona mínima de 100 metros de longitud, y las de cruce al menos 40 metros) consiguen una correcta iluminación y no deslumbrar al de enfrente.
La utilización del alumbrado es obligatorio desde la salida a la puesta de sol, incluyendo el crepúsculo.
Especial precaución con los peatones , ciclistas y vehículos de tracción animal, sobre todo en las proximidades a núcleos urbanos o zonas de población dispersa.
SOMNOLENCIA
La somnolencia está íntimamente unida a la conducción durante la noche pues, por los hábitos diarios del organismo existen mayores posibilidades de que aparezca en tales horas aunque puede también producirse durante el día.
Las consecuencias que tiene la aparición del sueño ante el volante son muy peligrosas y suelen presentarse unidas: disminución de la capacidad de reacción y alteraciones motrices, mayores distracciones (ocupar el centro de la calzada o desviarse a la izquierda), aparición de microsueños (breve lapso de tiempo durante el cual el conductor pierde la consciencia, reaccionando con frenadas bruscas al despertar asustado), alteraciones en la percepción de distancias y objetos, menor capacidad receptiva y cambios de comportamiento, de la tensión, al nerviosismo y la agresividad, pasando por las conductas arriesgadas, cuando se está muy cerca del punto de destino.
La mejor prevención es evitar conducir en esas horas (sobre todo entre las 3 y las 6 de la madrugada y el amanecer), pero si no hay más remedio, lo mejor es realizar frecuentes paradas, no adoptar una postura relajada, si va acompañado procure hablar, evite las comidas copiosas, no tome alcohol ni leche caliente; la temperatura del coche no debe ser elevada y dirija algunas de las salidas de aire hacia cuerpo y brazos nunca a los ojos.
DESLUMBRAMIENTOS
Cuando se produce un deslumbramiento, a la falta de visión inicial por la excesiva intensidad luminosa, se une la ceguera inmediata en el tiempo de adaptación del ojo a la nueva oscuridad. El comportamiento más idóneo en estos casos es ladear ligeramente la cabeza hacia la zona de la carretera menos iluminada, para que la posterior falta de adaptación no la sufran los dos ojos a la vez.